Cinco escritos morales by Umberto Eco

Cinco escritos morales by Umberto Eco

autor:Umberto Eco [Eco, Umberto]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1997-01-01T05:00:00+00:00


El diario y la televisión

La prensa italiana, a estas alturas, es esclava de la televisión. Es la televisión la que fija, como se suele decir, la agenda de la prensa. No hay prensa en el mundo donde las noticias televisivas acaben en primera página, a menos que, la noche antes, Clinton o Mitterrand hayan hablado desde las pantallas, o que haya sido sustituido el administrador delegado de una cadena nacional.

No me repliquen que hay que llenar de alguna manera las páginas. He aquí el New York Times del domingo 22 de enero. Se trata, en su conjunto, de 569 páginas, incluidos los encartes publicitarios, la revista de los libros, el semanal de actualidad, los viajes, los automóviles, etcétera. Vayamos a ver dónde se habla de televisión, que es justo un electrodoméstico que ocupa mucho espacio en la fantasía de los americanos. Se habla de televisión en la página 32 del suplemento sobre artes y espectáculos, donde hay una reflexión sobre los estereotipos raciales en los programas y una larga reseña de un buen documental sobre volcanes. Además, está el fascículo con los programas, es obvio, pero el tema televisivo no vuelve a aparecer ni siquiera en el semanal. Por lo tanto, no es verdad que hay que hablar de televisión para llenar las páginas e interesar al público. Es una elección, no una necesidad. Ese mismo día, los diarios italianos daban amplio espacio a una transmisión de Piero Chiambretti (aun por emitir y, por lo tanto, se trataba de publicidad gratuita), donde la noticia central era que Chiambretti había intentado entrar con las cámaras de televisión en el aula universitaria donde yo estaba dando clase, y yo —por respeto al lugar y a la función— no se lo había permitido. Si precisamente esa era la noticia (porque es realmente una noticia que algún santuario quede televisivamente virgen), valía cuatro líneas entre los breves de curiosidades.

¿Y si a aquella aula hubiera llamado, cámara en mano, un político cualquiera, y yo le hubiera invitado a desistir? Habría conseguido, sin entrar en el aula, y sin aparecer en pantalla, las primeras planas de los periódicos. En Italia, el mundo político fija la agenda de las prioridades periodísticas afirmando algo en la televisión (mejor aún, haciendo saber que lo afirmará) y la prensa al día siguiente no habla de lo que ha sucedido en el país sino de lo que sobre el país se ha dicho o habría podido decirse en la televisión. Y ojalá fuera sólo esto, porque sin duda la salida provocadora de un político en la televisión ha ocupado ya el lugar de un comunicado de prensa formal. Es que, a estas alturas, en Italia, va también en primera página, entre las noticias políticas, un intercambio de bofetadas entre dos habitués de la televisión como D’Agostino y Sgarbi.

Ciertamente somos el país en el que, más que en cualquier otro, la vida de la televisión se vincula estrechamente con la vida política, si no, no se discutiría de par condicio, y esto



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